martes, 18 de diciembre de 2007

Odio los autobuses


Para ir a la UNI tienes que coger el bus y es algo que me indigna. Siguen siendo igual que los de hace veinte años. Igual de incómodos. ¿No han pensado en mejorarlos? ¿Cómo se puede dormir cómodo en un autobús? Mejor dicho, ¿se puede? ¿Cómo? ¿Apoyando la cabeza en la ventanilla? ¡No! Porque vas vibrando de una manera muy seria y acabas con un dolor de cabeza que no lo consigue ni Ernesto de Janober después de una de sus borracheras. ¿Apoyando la cabeza en el de al lado? ¡No! Porque no sabes como va a reaccionar si te va a meter mano o te va a meter un dedo en la nariz y luego en la boca.
Por si no ha quedado claro, odio los autobuses. Por esta razón estoy me he sacado el carnet de coche. Me acuerdo que en las prácticas lo pasaba fatal es que perdía más kilos que haciendo el amor. Que si pisa el embrague; ¡cuidado que se te cala!; mete segunda; mira el retrovisor; ¿pero que haces todavía en segunda?; ¡alegría! ¡alegría!; ¡aquí en tercera no!; en esta rotonda siempre en segunda; mira la señal que tienes; mira siempre tu derecha porque siempre puede venir un gilipollas que se salte el semáforo, el ceda o el stop y te lleve por delante; observar y señalizar, observar y señalizar; ¡rubia! ¿a que hora quedamos?; Javier, tres caracoles que se me han subido a la pierna; ¡alegría! ¡alegría!; relacionar el freno con observar por el retrovisor; tu derecha, mira tu derecha, el resto es en balde; no estoy de acuerdo en como has soltado el embrague; ¡el arcén!, por el arcén no se circula; nos adelantan hasta los caracoles; ¡rubia! ¡guapa! ¿a que hora quedamos?, aquí yo le decía a mi profesor, “pero si estas ocupado, Manolo”, y contesta, “y si no las piropeo yo, ¿quién lo va hacer? ..., ¡cuidado que se te cala!”. Acabas reventado, por eso yo le decía a mi profesor “¿Y si nos repartimos el trabajo? Yo me encargo del volante y de los piropos y tú del resto”.

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