martes, 11 de diciembre de 2007

LOS MUEBLES DE IKEA, NO LOS PIDAIS PA’ REYES






El otro día tuve una pesadilla. Soñé que tenía 34 años y que mis padres me echaban de casa. ¡Con tan solo 34 años! ¡Pero que va a ser de mi con esa edad si eres un chaval todavía! ¡Si no sabes nada de la vida!
Lo primero que haces es irte a vivir a un piso de treinta metros cuadrados, que tú piensas “al ser más pequeños serán más baratos”. Pero no, tu hipoteca a cincuenta años no te la quita ni Dios.
Ingenuamente piensas, “bueno, por lo menos tendré más intimidad”. Hombre, más intimidad, fijo que tendrás porque esos pisos, son tan íntimos, tan íntimos, pero tan íntimos, que son para vivir solo.
Cuando arreglas todos los papeleos del piso, tienes que amueblarlo, y aquí es donde entra la creatividad y la escasa profundidad de tu bolsillo, así que es normal acudir a Ikea, el universo del mueble. Tú vas a Ikea y dices “me gusta este mueble”, tú lo coges, tú lo llevas a la caja, tú lo pagas, tú lo subes a tu coche, tú lo llevas a tu casa, tú lo montas y luego viene uno y te dice “yo trabajo en Ikea”. “¡Una mierda en Ikea trabajo yo!”. Pero para justificarse dice “no es que así te sale más barato”. Ya y el día que haya rebajas ¿qué? ¿Corto árboles para vosotros o como va esto?
Sin embargo, a mi construir un mueble de Ikea me recuerda a mis viejos tiempos, en los que construía cosas con mis queridas piezas de Lego, pero hay una gran diferencia, con las piezas de Lego si te sobran piezas no pasa nada, pero con los muebles de Ikea si te sobran piezas ya la has cagado. Si, porque te pones a montar una estantería, según entiendes las instrucciones en sueco, y cuando acabas de montarla te quedas mirándola y ves que no tiene nada que ver la estantería de la foto con tu… ¿cosa?

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